La aceituna de mesa es uno de los pocos productos cuyo consumo es mayor que la producción, fenómeno en gran medida asociado a la revalorización que ha tenido este alimento como sano y natural. Nuestro sector olivarero ha protagonizado en los últimos años una profunda transformación, y cuando las nuevas plantaciones entren en producción Argentina se transformará en el segundo o tercer exportador mundial de aceitunas en salmuera.
Hacia principios de la década de 1990 Argentina contaba con un total de 17.800 hectáreas de olivares de variedades de mesa. La zona más importante de producción era Mendoza con alrededor de 7.500 has., siguiéndole en importancia La Rioja con 3.000 has. Ambos eran centros productores de aceituna Arauco.
A principios de la década de los 90, a través de la aparición de los diferimientos impositivos previstos por la ley, las empresas inversoras asumieron compromisos para plantar más de 70.000 has de olivares, de las cuales el 40% correspondía a variedades de mesa.
Estas nuevas plantaciones se diseñaron siguiendo los más altos estándares tecnológicos disponibles en el mundo, principalmente en riego y genética. Esta nueva olivicultura tiene como principal característica el cambio en el tipo de variedad plantada: cerca del 80% del total corresponde a Manzanilla en sus distintos tipos (de Sevilla, Chica, Reina, Aloreña y Gigante), relegando a la variedad Arauco.
Con el desarrollo de esta nueva olivicultura el centro de producción de aceitunas se está trasladando lentamente hacia La Rioja y Catamarca, disminuyendo la importancia de Mendoza en el total nacional.